SOCIEDAD "CONTAMINADA"
- Daysi Soria Quispe
- 26 jun 2018
- 2 Min. de lectura
La contaminación es uno de los problemas más graves que sufrimos, y cada día va a peor. Es la causante de siete millones de muertes al año (según el último estudio realizado por la OMS), de la desaparición de diversas especies, del deterioro de la salud de muchas personas, del oscurecimiento global y de la recarga de acuíferos entre otras muchas cosas. Y todo ello parece no ser suficiente para hacer que los gobernantes tomen medidas efectivas para frenar esta realidad.
Lamentablemente, solo actúan cuando se disparan las alertas porque unas condiciones meteorológicas o unas emisiones contaminantes han causado un pico de contaminación; y, una vez que esas alertas desaparecen, se deshacen todas las providencias. Hace ya tiempo que se conocen los factores ambientales determinantes de la salud y que, en base a ello, se considera que es vital para la calidad de vida y para la prevención de la morbilidad y la mortalidad asociada a la contaminación el desarrollo de acciones de control de las emisiones y otras similares. Las políticas de salud pública cobran especial relevancia en estos casos y deben sustentarse en datos de evidencia que la ciudadanía debe conocer para que sea más fácil encontrar complicidad social a las medidas restrictivas y de control que sean aconsejables.
Día tras día el clima global empeora, se calienta nuestro planeta, gases tóxicos que diariamente inhalamos, desastres climáticos como inundaciones, tormentas y huracanes, contaminación en el aire, en las aguas, entre otros. Todo lo provocamos nosotros y gracias a esto personas mueren diariamente a causa de enfermedades respiratorias, infecciones por el agua contaminada que beben, inundaciones que llegan sin previo aviso al igual que tormentas y huracanes, o simplemente mueren de deshidratación o insolación gracias al calentamiento global extremo en algunas partes del planeta.
Hay varios motivos por los que todos deberíamos ayudar al planeta Tierra a sobrevivir y esto lo vemos claramente, por ejemplo, en la contaminación del aire que respiramos; dicho aire contaminado por el humo de los coches lo respiramos nosotros, los animales, las plantas, los microorganismos que también existen (aunque no los veamos). Y esto, aunque no nos demos cuenta, no es nada bueno para nuestro organismo ni para nuestra atmósfera. De ahí proviene algo tan nocivo y preocupante como el efecto invernadero, que nos sitúa en el mundo como si fuésemos tomates presos en un invernadero de Mazarrón a expensas de torrarnos y madurar más deprisa a base de un calor que hace al aire irrespirable.
Nos hemos convertido en “grandes depredadores”: dañamos el medio ambiente, dañamos el planeta Tierra (que es nuestro hogar); por lo tanto nos estamos dañando a nosotros mismos, y a seres inocentes que a lo único que aspiran es a vivir. “Sigamos utilizando el transporte privado innecesariamente, sigamos haciendo un uso indebido de la calefacción e ignorando los consejos para ayudar al planeta porque, total, para cuando el escenario sea irremediable, ya estaremos muertos, ¿no?” — Celso Pérez Plaza.
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